¿Eres autónomo? ¿Estás a punto de convertirte en un freelance más? Si has contestado “sí” a alguna de estas preguntas, este post te interesa. Es verdad que si eres asalariado tienes unas ventajas que muchos autónomos también desearían: vacaciones pagadas, horarios fijos, tranquilidad, estabilidad económica…, pero aunque esta lista te pueda convencer, hay una palabra mágica que juega muy a favor del autónomo: la libertad.
Trabajar para otro es, en cierta manera, estar atado a sus decisiones, deseos, acciones, pensamientos, objetivos… Si tiene un mal día, seguro que lo vas a pagar; si, por el contrario, se levanta con el pie derecho, en la oficina se respirará buen rollo. Aunque los días buenos estén bien, los cambios de humor y de comportamiento de los jefes desequilibran a los trabajadores, pues repercuten directamente en ellos.
Siendo autónomo todo esto no tiene sentido. La flexibilidad horaria y espacial es uno de los puntos más fuertes de trabajar por tu cuenta. ¿Que deberías llenar la nevera porque da un poco de pena? ¿Que tienes cita con el médico? ¿Que te han regalado entradas para ir a un concierto? Para todo esto y más no tienes que pedir entrar más tarde a trabajar y traer un justificante o salir antes y recuperar las horas.
Si bien es verdad que muchos autónomos se quejan de que trabajan más horas que los asalariados, tienen la comodidad de escoger cuándo y dónde lo hacen. ¿Te imaginas que tu espacio de trabajo sea el que tú decidas? Por esta razón existen coworkings para todos los gustos. Trabajar desde casa puede ser perfecto si lo haces un día a la semana. Cuando tu espacio personal se convierte en tu espacio profesional deja de ser divertido. Por este motivo, los autónomos se instalan cada vez más en espacios de trabajo compartido, donde están acompañados por otros autónomos más. Además, los coworkings son lugares ideales para establecer sinergias profesionales y amigos para toda la vida.
Libertad. Bonita palabra. Aunque muchos autónomos se quejen de la cantidad de horas que trabajan no querrían volver a trabajar para otros, volver a ser asalariados ni tener unos horarios fijos. Cuando pruebas la libertad, no quieres perderla, su sabor tiene algo que es adictivo.