¿Te has parado a pensar alguna vez cuántas horas de vida dedicamos al trabajo? Aunque la familia y los amigos sea lo más importante de tu vida, tu empleo es lo que te consume más tiempo. De esta forma, es fundamental estar a gusto en el trabajo, satisfecho con tu aportación a la empresa y ver cómo las horas pasan sin que seas consciente de ello. En algunos países, es muy normal cambiar de trabajo cada tres o cuatro años; aquí, en cambio, lo que se lleva es entrar en una empresa a los 18 años y jubilarte en ella. Quizás ha llegado el momento de cambiar el panorama, porque si tienes estos cuatro síntomas, tendrás que plantearte seriamente tu futuro –y presente– laboral.
Te aburres. Tampoco es necesario que vayas a trabajar con una gran sonrisa y que no dejes de pasarlo bien en tu empresa, pero sí que es importante que estés entretenido, que disfrutes haciendo lo que haces y que no sientas que pierdes el tiempo. Cuando la monotonía te consume y te aburres tanto que cada cinco minutos le echas una miradita al reloj, puede que dentro de ti suene una alarma: ¡basta!
Tu vida ha cambiado. A menudo los empleos van asociados a la edad y al ritmo de vida de cada persona. A medida que vas creciendo van cambiando tus necesidades laborales y, por tanto, quizás ya no quieras trabajar media jornada, ni hacerlo de 20:00 a 00:00 de la noche, ni que estés vinculado al mundo del ocio, ni que tengas que desplazarte cinco quilómetros en bici cada día…
No valoran tu trabajo. Una de las peores cosas de un trabajo es que nadie valore tu aportación al negocio. Cada uno de los empleados cuenta y los seres humanos necesitamos que nos lo repitan constantemente. De hecho, cuando esto ocurre los trabajadores son más productivos y las ganas de trabajar crecen exponencialmente. Es fácil hacer que tus empleados se sientan una pieza importante del puzle, pero si no te sientes valorado…
Ya no estás allí. Desde que te levantas hasta que te vas a dormir, en ningún momento piensas en tu trabajo: no te esmeras, ni te esfuerzas porque no te interesa. Mientras estás delante del ordenador cada día, tu mente se encuentra en alguna isla del pacífico, o volando en avión hacia América del Sur, o, simplemente, en otra oficina haciendo otro trabajo.
Todo el mundo es productivo y válido para hacer algo concreto, pero para sacar el máximo partido de nosotros mismos no tenemos que aburrirnos, ni sufrir para intentar fusionar nuestra vida privada con la laboral, ni sentir que nuestro trabajo no es valorado, ni permitirnos el lujo de no esforzarnos para hacer bien nuestras tareas. Si cuando leías pensabas que era tu situación, quizá lo más sensato sería actualizar aquel currículum que hace tantos años que no tocas…