¿A tus 30 años estás pensando en empezar un negocio?, ¿llevas tres veranos dudando y no sabes si tendrías suficiente capacidad para lograrlo?, ¿te falta el convencimiento de que puedes hacerlo? Pues nosotros vamos a hacer que salgas de dudas de una vez por todas. ¿Preparado para saber si lo tuyo es ser un líder? A ello vamos: tienes madera de emprendedor si…
La palabra miedo no forma parte de tu vocabulario. Tener miedo es algo muy humano, pero si quieres ser emprendedor, no puedes hacerle mucho caso al temor. Es evidente que durante el proceso de creación de tu empresa aparecerán dudas y miedos, pero debes ser una persona segura y no dejar que el miedo pueda contigo.
Te gusta tomar la iniciativa. No nos lo digas, en el instituto eras el delegado de clase y en la universidad aquel que tiraba del grupo. Siempre te ha gustado esto de sacar al equipo de apuros y llevar la voz cantando. Aunque no todos los emprendedores responden a esta descripción, tener iniciativa es fundamental para comerte el mundo.
Sabes controlar la frustración y no temes al fracaso. Ser emprendedor y montar tu propia empresa no es un camino de rosas. Sangre, sudor y lágrimas: esto es lo que cuesta levantar un negocio y, aun así, nadie te garantiza que no tengas frustraciones o que acabes fracasando. Por este motivo, tienes que ser una persona que sepa gestionar situaciones complicadas sin miedos y dudas que te eclipsen.
Confías en ti. Tan fácil que parece y tan difícil que es tener seguridad en uno mismo. Esto de pensar que te vas a comer el mundo y que eres un profesional de los pies a la cabeza es necesario para tirarte a la piscina en el mundo empresarial. Aquí no vale esto de creer que los otros son mejores, porque este es el primer paso para que ellos acaben contigo.
Eres perseverante y organizado en el trabajo. ¿Cuando tienes que hacer algo no paras hasta que lo realizas?, ¿odias tener trabajos pendientes?, ¿te gusta planificar todas las tareas que tienes que hacer a largo y a corto plazo? Si la respuesta a todas las preguntas es un “sí” rotundo, no hay dudas: has nacido para ser emprendedor.
Te encanta conversar y negociar. Siempre has pensado que llevas un comercial dentro, porque te va lo de dialogar y llegar a acuerdos, ya sea con otras empresas, con los mismos compañeros de trabajo, o incluso con tus amigos y familia. Lo llevas en la sangre y es un gran punto a favor para ser emprendedor.
Nunca has dejado de soñar. Quizás es la característica más tonta a primera vista, pero en realidad es más importante de lo que parece. Tener ilusiones y sueños que realizar es indispensable para que tu negocio sea un éxito. Las ganas, la pasión y la motivación por cumplir un sueño son tres elementos necesarios para triunfar.
Si todas estas características te definen no busques más en bolsas de trabajo y empieza a plantearte seriamente hacer realidad aquel proyecto que dejaste a medias hace años… Puede que haya llegado el día en el que te has dado cuenta de que sí tienes madera de emprendedor. 😉