¿Con cuántos coworkers te has tropezado en tu vida? Puede que alguien haya conocido a centenares, pero si eres de los que no saben ni qué cara tienen, seguro que te has hecho una pequeña idea de cómo pueden ser… ¿Qué imagen tienen los coworkers? Aquí van algunos estereotipos.

Hípster con gafas de pasta y un tupé de 15 cm. No te mientas a ti mismo, es normal que cuando pienses en cómo debe ser un coworker, lo primero que te viene a la cabeza es un chico de unos 30 años, soltero, que escucha música indie, que vive solo en un piso de Gracia y que no sale a la calle sin sus auriculares gigantes. No sabes exactamente a lo que se dedica pero intuyes que está relacionado con compra-venta de libros de segunda mano o que escribe un blog sobre reflexiones de la vida…

Diseñadora. Ya sea gráfica, de moda, de artículos de regalo… Uno de los prototipos de coworker es aquella chica de 35 años, atenta, detallista, que cada mañana entra por la puerta con una gran sonrisa, con un look ideal y que a todos encanta con su pasión por su trabajo. Eso sí, es quizás quién más horas se pasa en el espacio de trabajo por el volumen de trabajo que tiene.

Informático de los pies a la cabeza. Si en el momento en que piensas en coworking lo primero que te viene a la mente es un espacio lleno de mesas con ordenadores, allí no puede faltar una persona dedicada al mundo tecnológico. Ya sea programador web, diseñador de aplicaciones o experto en ecommerce, no hay coworking sin alguno de ellos.

La madre o el padre. En un espacio donde trabaja gente de distinta edad, procedencia, oficio y demás, siempre hay la o el mayor y que representa el cabeza de familia. Seguramente sus consejos son especialmente relevantes y su opinión es escuchada y venerada por todo el mundo. Supongo que si piensas en coworker no es el primer perfil que te vendrá a la cabeza, pero no hay espacio de trabajo compartido que no tenga mamá o papá.

Quizás pienses que más allá de ellos no existen otros coworkers, pero, en realidad, en la diferencia está la gracia del concepto coworking. Desde el momento en que personas que se dedican profesionalmente a campos muy distintos comparten espacio, la diversidad está garantizada. De este modo, ya puedes borrar la imagen de aquel hípster que cada día tiene más barba… 😉